El volcán Nevado del Ruiz forma parte del cinturón volcánico de los Andes, ubicado en el límite entre los departamentos de Tolima y Caldas, en Colombia. Desde el 24 de marzo se está registrando un incremento importante en la actividad sísmica asociada a fracturamiento de roca dentro del edificio volcánico del Volcán nevado del Ruiz. Se destaca un aumento en la tasa diaria de ocurrencia, el 28 de marzo con 6500 sismos y el 29 con más de 11000 sismos. Se resalta también un incremento paulatino en la energía sísmica liberada. Las máximas magnitudes registradas han sido: 2.6 el día 24 de marzo, 2.7 el día 29 y 3.1 los días 30 de marzo y 1 de abril. Se observa además un incremento en las anomalías térmicas desde octubre de 2022, el cual persiste hasta la fecha.
Esta ha sido la mayor actividad que se ha detectado en el volcán en toda la historia de su monitoreo. Esto llevó a que el Servicio Geológico Colombiano informara que el volcán cambió a nivel naranja de actividad (erupción probable en cuestión de días o semanas). A pesar de esto, debemos tener en cuenta de que esto no es una predicción y que no necesariamente va a ocurrir una erupción, simplemente existe una mayor probabilidad de que ocurra que la que había hace unos días, cuando el volcán se encontraba en nivel amarillo.
Recordemos que lo que detonó la tragedia de Armero en 1985 (además de la ineptitud de las autoridades y sumado a una serie de eventos desafortunados) fue el derretimiento del casquete glaciar a causa de los gases calientes emitidos en el proceso eruptivo, lo cual incrementó el nivel del río Lagunilla y generó un lahar (un flujo de lodo caliente, repleto de rocas y todo lo que arrastre a su paso) a lo largo de su cauce hasta desembocar en Armero, donde termina el valle de este río. Tristemente pero, en este caso, afortunadamente, el casquete está muy disminuido comparado con el de aquel entonces. Es por esto que un eventual derretimiento del casquete no generaría los mismos volúmenes de material. Si se preguntan “pero, ¿y la lava? Si es una erupción más violenta, ¿no puede llegar lava a las poblaciones más cercanas?” Pues no. Por las características de este volcán, sus erupciones no emiten de lava.
Contrario a lo que muchos podrían suponer, los volcanes que presentan erupciones con flujos de lava (como el Kilauea, de tipo Hawaiano) son los menos peligrosos. Generan una baja emisión de gases y las corrientes de lava son lo suficientemente "lentas" como para poder "huir" a de ellas. Los volcanes más peligrosos suelen ser aquellos de erupciones explosivas (como las de tipo vulcaniano, peleano y vesubiano o plineano). Estas erupciones suelen ser las más violentas debido a que la presión de los gases dentro del volcán es extremadamente alta. Emiten grandes cantidades de gases calientes y, debido a que su magma (roca fundida en el interior del volcán –cámara magmática) es muy viscoso, no se presentan flujos de lava (magma que sale al exterior)
Izquierda: erupción tipo plineana. Derecha: erupción tipo Hawaiano.
Sin embargo, esta lava puede ser expulsada violentamente por el aire, solidificándose a medida que cae al suelo, formando partículas y fragmentos rocosos conocidos como "piroclastos” que, según su tamaño, pueden ser desde ceniza (menos de 2 mm) hasta bombas volcánicas (más de 60 mm). También pueden ser arrojados fragmentos del cono volcánico que se desprenden por la explosión. Todos estos fragmentos rocosos van a presentar altas temperaturas y pueden ser lanzados a grandes distancias en todas direcciones. Pero algo aún más peligroso, son los flujos piroclásticos o “nubes ardientes” (como la que acabó con Pompeya y Herculano), que son una mezcla de gases y piroclastos que se va moviendo al nivel del suelo a velocidades que pueden superar los 200 Km/h.
Izquierda: bomba volcánica. Derecha: flujo piroclástico
El volcán Nevado del Ruiz es un estratovolcán que forma parte del cinturón volcánico de los Andes, ubicado en el límite entre los departamentos de Tolima y Caldas, en Colombia. Sus erupciones suelen ser de tipo vulcaniano a pliniano.
Más allá de la “ventaja” (muy triste) de no tener un casquete glaciar tan grande en el Nevado del Ruiz como en 1985, claramente la emisión de gases o una nube piroclástica es algo de lo cual deberíamos preocuparnos. De pendiendo de la magnitud de la erupción, un fenómeno de estos puede afectar un área mayor o menor. Pero aquí entra la importancia del monitoreo y la acción de los gobernantes. Un monitoreo como el que se hace en Colombia nos permite preparar una evacuación con tiempo suficiente y entender cuál será aproximadamente el área de influencia.
A partir de la década de los años ochenta, tras el terremoto de Popayán en 1983 y la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985, INGEOMINAS (hoy Servicio Geológico Colombiano) asumió la creación y la operación de la Red Sismológica Nacional y de los observatorios vulcanológicos del país. A raíz de la tragedia de Armero se concentraron todos los recursos y esfuerzos posibles en monitorear todos los volcanes de nuestro país, con el fin de que esta historia no se repitiera. Antes sí se hacía un monitoreo, pero era mucho menos exhaustivo debido a que se disponía de menos tecnología, personal y, sobre todo, recursos. El sistema de monitoreo de actividad volcánica en Colombia, tal como lo conocemos, fue pionero en el mundo. Estuvo tan bien diseñando, que geocientíficos de varios países del mundo (incluyendo Japón y Chile, que tienen una gran actividad volcánica) viajaron a Colombia a aprender de los colombianos y a conocer el sistema para implementarlo en sus países.
Pero la labor de los observatiorios vulcanológicos llega hasta ahí: detectar, evualuar y emitir la alerta. Allí entran a jugar las autoridades (gobernantes, ministerios, etc.) y entes encargados del manejo de este tipo de eventualidades (Unidad de Gestión de Riesgo de Desastres, entidades de salud, bomberos, Cruz Roja, etc.). Estos deben estar dispuestos a actuar desde la prevención, con el diseño de planes de evacuación, simulacros y comunicación de protocolos ante este tipo de eventualidades; poniendo a disposición los recursos para la ejecución de estos planes, tanto en el transporte como en la preparación de refugios o áreas donde permanecerán las personas evacuadas; hasta la comunicación, emitiendo las alertas a tiempo y entregando la información de forma transparente, para que la gente se entere de la gravedad de la situación, pero de forma lo suficientemente prudente como para no generar pánico.
Recordemos que uno de los errores más graves de Armero fue que las autoridades y algunos representantes de la iglesia (que no es autoridad y no tendría por qué haberse metido ahí) ocultaron información a la población, ignorando intencionalmente y desestimando las alertas que emitió INGEOMINAS, que aún con los pocos recursos que tenía, detectado el evento y dado aviso con tiempo suficiente para evacuar a la población y evitar una tragedia. Pero fueron completamente ignorados, supuestamente porque Dios protegería a la población y que sería peor generar pánico.
En aquel entonces no existía el acceso que tenemos hoy en día a la comunicación y la información era más fácilmente filtrada. Hoy en día el Servicio Geológico Colombiano está emitiendo constantemente boletines que puede consultar cualquier persona con acceso a internet, incluyendo los medios de comunicación (radio, televisión y prensa escrita), a los cuales probablemente tenga mayor acceso el resto de la población. Podemos estar enterados del estado de la situación en tiempo real, pero las autoridades también deben actuar para comunicar sus planes y decisiones a la comunidad, con el fin de generar tranquilidad en la gente.
Después de la erupción del Ruiz en el 85 ya han ocurrido hechos relacionados con erupciones volcánicas que tal vez la gente no recuerde, justamente porque no generaron tragedias. Una de ellas es la erupción del Nevado del Huila en noviembre del 2008. En se entonces nuestro sistema de monitoreo volcánico ya estaba muy bien estructurado y nos encontrábamos mejor preparados que en 1985. Se emitió la alerta de erupción inminente y se logró la evacuación de la zona de influencia.
Se formó un lahar de más de 30 metros de altura que fluyó a lo largo del los ríos Páez y Símbola, con un volumen mayor al de la avalancha del río Paez de 1994 (producida por un fuerte sismo y en la que fallecieron 1100 personas) y mucho mayor que el del lahar del Ruiz en el 85. La erupción dejó como saldo la muerte de 10 personas y varios animales. Un fenómeno sumamente violento que (lamentando la muerte de esas 10 personas y los animalitos) pudo ser una gran tragedia pero, gracias a la prevención y alerta temprana, no pasó de ser una noticia diaria más.
También se han realizado varias evacuaciones exitosas en la zona de influencia del volcán Galeras que, el único hecho lamentable que ha generado, fue la muerte de nueve personas durante una erupción en 1993, incluyendo seis geólogos que se encontraban monitoreando el volcán.
Ninguna de las situaciones mencionadas se compara con la tragedia de 1985, que dejó un saldo de 23000 fatalidades y 5000 heridos.
Hoy en día estamos estamos muy bien preparados en cuanto a las alertas tempranas. Podemos confiar plenamente en que tenemos un excelente sistema de monitoreo (“lo mejor de lo mejor”), con excelentes profesionales a cargo. Estemos atentos a las alertas que emita el Servicio Geológico Colombiano en sus diferentes medios de comunicación (página web y redes sociales). Esperemos que las autoridades cumplan su papel y sepan manejar la situación como es debido en caso de una erupción. No estoy segura de que en la zona de influencia del volcán se hayan realizado simulacros de evacuación, pero espero que al menos los planes y protocolos existan. Al menos ya algunos entes territoriales empezaron a tomar medidas preventivas.
Sigamos atentos. A las personas que viven en la zona de influencia del volcán, recuerden estar alerta a las instrucciones de las autoridades. Los invito a intentar mantener la calma, pero estar preparados.
Dejo los links del Servicio Geológico Colombiano:
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